Pepo Capel, mago, ilusionista y con un don, o como él dice, MALDITO: por el número 14.
El pasado viernes 17 tuvimos la oportunidad de asistir a uno de los espectáculos más impresionantes de nuestra vida. Hay personas, que incluso cuando somos adultas, son capaces de hacernos creer en la magia, de la misma forma que cuando somos niños. Pepo Capel, consigue eso y mucho más.
La mezcla de historia, con comedia, con el propio juego de la mente, hacen que el ilusionista sea capaz de jugar de tal manera con nosotros, que realmente no sabemos si la magia existe, o es lo que siempre nos han hecho creer; trucos. Y esto, es lo que mayor merito tiene de todo este espectáculo: el hecho de querer descubrir dónde está el “truco” y que finalmente nos demos cuenta, de que no lo hay.
Y eso es cierto. Pepo, versa su espectáculo en 14 divertidos juegos que nos van impactando a cada momento que pasa y los mismos se desarrollan. Además, nos hace implicarnos, porque en todos y cada uno de ellos, la interacción con las personas es lo que nos da esas emociones, que vamos sintiendo conforme somos incapaces de descubrir como lo hace. Y esto último lo sé, porque lo he intentado.
La diversidad de estos juegos es lo que hacen un espectáculo equilibrado, donde pese a querer ver más, nos quedamos satisfechos. El aura generado nos incita a querer asistir al mismo espectáculo, pues es la ilusión generada, aquello que mayor valor le da a toda la interpretación. El ilusionista, nos da un paseo por la historia de un niño que bien podría ser cualquiera, enseñándonos también algunas moralejas en el camino.
No quiero contar ninguno de los 14 juegos con los que Pepo me ha hecho ilusionarme y aplaudir hasta dolerme las manos, pero si quiero mencionar uno de ellos, el que más me ha gustado y sin que nadie, salvo aquellos que lo han visto, sean capaces de reconocer. Este juego fue uno de los últimos y más largos, lo cual también demuestra que a medida que vamos experimentando esta magia, la intensidad va en constante aumento.
Mi juego favorito fue aquel que el describió como: “Os va a encantar a todos, menos al que le toque salir”. Y he de reconocer que menos mal, que no me toco a mi salir en ese número.
Con esto, quiero animaros a todos a que asistíais a una de sus funciones, pues realmente lo vale y merece la pena. Nunca había asistido a un espectáculo que me dejase no solo sin palabras, si no sorprendida. Incluso hoy, cuando lo pienso, lo único que sé, es que volvería sin pensarlo.
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