Mentes poderosas [Crítica]

Mucha magia y poca historia, además de un final extramente impactante y abierto. Mentes Poderosas tenía pinta de ser una película nueva y diferente, pero parece que se ha convertido en la saga que va a sustituir a Divergente. Si bien sabemos que la película deriva de una trilogía de libros, lo cierto es que no esperábamos que la primera entrega fuese tan lenta como ha ido.

En la sociedad actual un brote está matando a todos los niños, salvo a unos, que han desarrollado poderes espectaculares en cuanto a su metabolismo se refiere. Dividido en grupos, asignados por colores, los niños que viven con poderes deben tener cuidado para que cada tarea suya sea obedecida. Esto recuerda los antiguos campos de concentración y pese a que la historia de los protagonistas es tierna y dulce, no debemos olvidar la crueldad tras esta historia.

Esta vez, los grupos de niños están dividido según los poderes que alcanzan; los verdes son extremadamente inteligentes, los azules poseen el poder de telequinesis, los oro controlan la electricidad mientras que los rojos crean destrucción mediante el fuego, y los naranjas pueden controlar e influenciar la mente de los demás estos últimos son considerados de alta peligrosidad por lo que son exterminados al ser detectados. 

Ruby, es nuestra protagonista, una niña que accidentalmente se borra de los recuerdos de sus padres para protegerlos. Cuando se la llevan para revisar su organismo detectan que es el nivel más alto de peligro conocido, “una naranja”, personas, como ya hemos comentado, con la capacidad de controlar a otros y obligarles a hacer lo que ella quiera.

Ruby se oculta así de los demás, haciéndoles creer que es una verde. El miedo a este poder, a no saber manejarlo, la llevará a huir permanentemente. Desesperada se encuentra con alguien que aparentemente quiere salvarla. No obstante terminara con un grupo de niños, buscando el camino hacia su salvación, o más bien hacia un refugio seguro en el que conocerá a alguien capaz de ayudarla. No obstante no todo es siempre tan hermoso como lo pintan pues al final, la trágica historia, que involucra a Liam, el joven del cual está enamorada Ruby y viceversa.

En ocasiones terminamos aburriéndonos y de vez en cuando los golpes de misterio e intriga que creíamos ver se van al traste con la intervención de algo no demasiado necesario. En el fondo parece más una historia de amor adolescente, y condenado, que lo que realmente debería transmitir una película en la cual los niños son maltratados, elegidos y condenados a llevar un color en función de sus capacidades más mortíferas.

La historia es trágica y dolorosa en cuanto a la pareja de enamorados pero también muestra mucho compañerismo, la necesidad que surge de la carencia y lo unidas que pueden estar personas que comparten el mismo miedo a ser capturadas y volver a los trabajos en los campos de adolescentes. En el fondo esperamos que esta película pueda tener una continuación digna que termine de contarnos que ha ocurrido, aunque con el final que han obtenido en dicha película, tenemos algunas dudas de que pueda haber secuela.

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