Segundo capítulo de la temporada, dirigido por Paul McGuigan, y cuyo guionista es Mark Gatiss. Un misterioso caso se presenta nuevamente a las puertas de Sherlock y Watson cuando Henry Knight se presenta en el apartamento con una historia que a demás de fantástica, para Sherlock es totalmente demencial. Este joven asegura haber visto de niño como su padre fue atacado y asesinado a manos de un sabueso gigante y monstruoso. Este caso llama la atención del detective, que pese a mostrarse completamente sereno quiere demostrar que tal cosa no existe en la realidad.
El misterioso asesinato se produjo en Dartmoor lugar al que ahora viajaran ambos compañeros en busca de resolver el caso. Poco tiempo después de llegar descubren un laboratorio de investigaciones cerca de allí, en Baskerville, donde se comienza a sospechar que manipulaban la genética de los animales para experimentar con ellos.
Poco a poco, Henry desvela que después de varios años de terapia volvió al paramo donde fue asesinado su padre, y que en el comenzó a sentir cosas extrañas, que fueron las que le hicieron acudir a Sherlock Holmes. Una vez en Dartmoor, llevando a cabo la investigación, ambos se cuelan en el laboratorio gracias a una identificación robada a Mycroft, conociendo así a varios de los trabajadores de allí, comenzando a hacerse preguntas sobre los experimentos que se llevan acabo en el lugar.
Tras ser expulsados del establecimiento, esa misma noche, se adentran en el bosque. Sin embargo, Sherlock y Watson se separan y el detective y Henry ven a la bestia gigante, algo que Sherlock comienza a negar. Más tarde en el hostal donde se hospedan, Sherlock reconoce que está asustado y desconcertado. Tras intentar animarle, reacciona con brusquedad y mal genio.
Al día siguiente, aparece en el pueblo el inspector Lestrade, que quiere ayudarles en el caso. Pese a lo que ha visto, Sherlock se niega y vuelve a conseguir las credenciales necesarias para poder entrar en los laboratorios durante 24 horas. Es entonces cuando Watson se queda atrapado en las instalaciones y es perseguido por una animal de gruñidos grotescos.
Finalmente, una vez más es salvado por Sherlock, que empieza a hilar sus descubrimientos y pensamientos, terminando por enfrentarse a Stapleton, uno de los trabajadores que finalmente admite que estuvieron manipulando la genética de los animales. Después de descubrir lo que significan las misteriosas palabras con las que sueña Henry, Sherlock vuelve a citarlos a todos en la morada donde murió su padre. En la hondonada, Sherlock comienza a descubrir que él tenía razón y que ese perro gigante era obra de un gas alucinógeno que se encuentra en la niebla que los rodea.
Cuando todos están siendo sometidos a esos efectos, Sherlock cree ver a Moriarty, pero poco después se da cuenta de que es Frankland uno de los responsables del proyecto de modificación de genética en los sabuesos. Este hombre quería matar al padre de Henry y desacreditar a su hijo loco. Tras darse cuenta del engaño, Henry trata de matar a Frankland, pero se da cuenta de que eso no le devolverá a su padre y lo deja en manos de la policía. Sin embargo este escapa directo hacia un campo de minas donde se inmola al pisar una de las minas.
Tras hablar del caso se descubre que el perro que ataco a Watson fue parte de un montaje para ver de donde salía la droga. El final del capítulo es tan sorprendente como siempre, viéndose a Mycroft supervisando la salida de Moriarty de una celda. Celda en la cual aparece el nombre de Sherlock arañado en las paredes varias veces.
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